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lunes, 1 de noviembre de 2010

Con ojos de pronghorn

En el corazón de Utah se esconde el paisaje más bonito del mundo. El paisaje más bonito del mundo no se puede fotografiar. Y no se puede contar. Y nunca se puede volver a él. Su inmensa belleza dura sólo un instante. El primer instante. El del descubrimiento. El momento en que la vista se sobrecoge, las rodillas tiemblan y se eriza la piel. Un segundo después el paisaje más bonito del mundo se desvanece, dejando tan sólo una vulgar caricatura de lo sublime: una vista, un recuerdo, una foto.
Sólo me queda (y no es poco) la certeza de, una vez, haber estado allí. Con todo mi yo.


1 comentario:

prefierobollitos dijo...

yo he visto cosas que jamas imaginarias... bueno, tu sí, que tambien estabas allí.