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jueves, 17 de junio de 2010

Cosas que pasan en la biblioteca (II)

Hoy se me han caído los ojos al suelo. Han rodado fuera de sus órbitas y se han perdido entre mis pies. A tientas he tenido que deslizarme bajo la mesa para tantear la moqueta a cuatro patas. Cuando por fin los he localizado (enredados en mis cordones de los zapatos) y me los he ido a poner, zas, se me han caído las orejas. Las he llamado dulcemente por su nombre (orejaaaas) pero no ha habido respuesta. Por fin las he encontrado, acurrucadas entre las patas de la silla. Ojos y orejas en una mano, me disponía a colocarlos como Mr. Potato cuando…plum. Claro, la nariz, qué si no. Esta vez no me he inmutado. He depositado mi arsenal de órganos sobre el teclado del ordenador y el resto del tiempo me he dedicado a graparme los dientes a las encías con sumo cuidado. Y es que uno siempre aprende. Más vale prevenir. 

1 comentario:

Alberto_sh dijo...

las orejas si que contestaron, pero ¿como pensabas que podías oírlas?